Restringir una paleta a la naturaleza en un intento de contenerla. Azul, marrón, amarillo, blanco, verde oscuro. Árboles que unen la tierra y el cielo. Esta primavera, una gran obra, un canto a la naturaleza, pinceladas mixtas, toscas pero claras de espesor, un cielo de turba como una inversión: pinceladas más grandes, grises sutiles que refuerzan los colores del primer plano. Cierta fulguración en la ejecución pero que no encuentra formas en la adecuación. Curvaturas, sombras proyectadas, vegetación mal definida sin relieve. La curvatura del suelo parece querer alcanzar el horizonte provocando un desequilibrio, como un último gesto.
40 años pasados frente al caballete. El esfuerzo no compensa. Mi línea se estanca como el primer día. A veces aparece un dibujo de la nada y se queda de pie. Me pierdo en los grandes formatos y en los pequeños mi palma se desliza bajo su propio soporte. No puedo dejar ir mi mente, la línea y sus imperfecciones me tienen prisionera. Siempre olvida todo. Este rasgo fugaz, trato de captarlo. No puedo hacerlo o muy poco a veces. Quiere tener razón. Tener buenas intenciones, buena voluntad, obstinación implacable... Todo esto parece inútil. Esperando este día de la gran exposición que no llega, viviendo en el sufrimiento de la falta de reconocimiento. Me gustaría desmayarme. Déjame ser olvidado.
Comisarios: Emmanuel Aragon, artista, Marie-Sylvie Barrère, conservadora jefe a cargo del desarrollo cultural y artístico de los Archivos de Bordeaux Métropole en colaboración con Jean-Cyril Lopez, responsable del servicio público de los Archivos de Bordeaux Métropole.
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